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martes, 31 de julio de 2012

Me despido, Abrazos para todos de Charo y Alma

Entramos asustadas, ambas, mi hija Alma y yo.

 Ella tenía 15 meses y yo unos pocos más. El día que fui a hacer la entrevista con la que iba a ser la tutora de mi hija, un montón de chicas que me parecieron jovencísimas pintaban en el suelo sobre enormes papeles.

Me recibió una pelirroja que decía ahá sonriente a lo que yo le contaba, yo, he de confesar que desconfiaba un poco, es mi naturaleza y es mi única cachorra, mi tesorito que iba a dejar en manos extrañas.

Quería ver que se cocía dentro, y además me pilló en un momento de ganas de integrarme y de aportar, así que me presenté a las elecciones del consejo escolar.

Y poco a poco la Escuela echó a andar, porque fuimos las primeras que habitaron esas aulas. Los llantos, las rabietas, de los primeros días, se fueron suavizando... el primer mes fue duro, para mí, pero sobre todo, para ella... Siempre nos dicen que en cuanto nos damos la vuelta, se les pasa... y les creo, pero el primer mes, nos dejan muy claro en cuanto vuelven a vernos, que aceptaron y se amoldaron pero que no era lo querían. Tienen claro a quien quieren dar el mensaje y lo hacen.
Incluso a los mayores nos pasa, una vez pasada la rabieta y aceptada la situación, comenzamos a ver el lado grato.
Y Alma comenzó a hablar de Arturo, incluso le puso Arturo a algún muñeco suyo, y de Irati y de Helena y de Sara y de Sandra y de Ele, la mayor de Pinocho, que cogía a Berceo y se lo llevaba a su mamá cuando venía a por él, y de Abel y de Teo que había otro igual que se llamaba Hugo en la otra clase...

Y ya en las ovejitas, se hizo inseparable de su mejor amiga, Rocío, a la que echa mucho de menos y coincidió con Isaac, que lo conocía del parque, y con Martina, que decía que estaba agotada, e hizo torres en las meriendas con Iván y se encontró con Romeo en el parque y le dio mucha alegría porque lo conocía del cole, y un día invitó a merendar a Dani... y Enrique y... y... ahora se acaba.
Como empezó, con rabieta porque mami ha estado trabajando mucho... Ahora viene el verano, un tiempo para reconocernos de nuevo y fortalecer ese vínculo que nos da seguridad y confianza de por vida.

Nunca olvidaré la paciencia de Silvia tumbándose al lado de mi hija para que se durmiera, y buscando unos calcetines que no tenían par.
Nunca olvidaré la paciencia  y la flexibilidad de Charo, la directora que echó a andar la escuela y que nos recibía todas las mañanas a la entrada.
Nunca olvidaré a Laura, la otra mamá del consejo escolar y su abierto y flexible amor por las normas,
Nunca olvidaré a Alberto y su ganas de solucionar
Nunca olvidaré a Virgina y a Laura sudorosas de un aula a otra,
Nunca olvidaré a Inés, nuestra recién casada.
Nunca olvidaré a las chulapas, los tigres, las payasas y las angelitas grandes y pequeñas.
Nunca olvidaré a Juani a Sole y M Sol, que se saben los nombres de todos los niños

En la Escuela se respira a Vida recién brotada y a jardineras amorosas.

Lo que nunca olvidará Alma, el tiempo lo dirá y lo llevará impreso en la piel, más que en la memoria, yo hubiera preferido poder tenerla conmigo hasta los tres años, pero... una vez aceptada la situación... hay muchas cosas gratas, para mí, y para ella.

Con cariño
Gracias