Hace un par de meses comenzamos la iniciativa de presentar a las educadoras de la escuela. La segunda entrega se ha hecho esperar, pero por fin estamos de vuelta con... Gema (apoyo de 1-2 en Leones + Cocodrilos y encargada de desayunos)
Me llamo Óscar y tengo tres años y medio. El curso pasado inauguré, junto con mis compañeros, la escuela infantil. Nervioso y expectante mis padres me llevaban a ver cómo avanzaban las obras mientras paseábamos al perro y me iban enseñando lo que sería mi “guarde”.
El verano fue pasando y de repente un día ya era “el día”; mi primer día de “cole”. Todo lo que había imaginado se desvanecía para dar paso a la realidad… Impaciente y temeroso me planté allí, en medio de mi clase, la naranja, la de los 7 cabritillos… Tenía miedo, pero unos brazos me rodearon y sentí su calor… Era Gema, mi profe.
Gema hizo un esfuerzo enorme para que todo estuviera en orden y nos sintiéramos como en casa: decoró la clase con globos con la fecha de nuestro cumpleaños, colocó nuestras fotos en los casilleros, preparó las camitas, e hizo que todo fuera maravilloso
Los que conozcáis a Gema ya sabréis cómo es, cálida, cercana, firme pero dulce, paciente, muuuy paciente… Con nosotros aguantó carros y carretas: mis despertares y mis preguntas del por qué de las cosas, las comidas con Olivia y Marta, las carreras y risas de Raúl, los nervios de Enrique, las primeras palabras de Oceane, los lloros de unos y otros, las peleas y los abrazos.. Durante todo un curso fue nuestra mamá en el aula y nos enseñó muchas cosas: el respeto por lo propio y por lo ajeno, a compartir, a colocar cada cosa en su lugar, sin romper, sin tirar, que mañana hay que jugar…
Desde hace un año, y gracias a ella, sabemos lo que es un asamblea (y sin nada de politiqueo), nos damos los buenos días y nos saludamos con alegría, comemos de todo (o casi), nos ponemos la chaqueta e intentamos avanzar más allá…
Recuerdo cómo mi mamá, cuando se reunió con ella al principio, me dijo: “tu profe se llama Gema y te va a encantar. Y me he prometido que no te dará tomate si no te gusta”… Uff… qué alivio… Hasta que descubrí que es una salsa estupenda nadie me obligó a comerla, pero con tesón y algo más de paciencia descubrí las delicias culinarias que Geme nos ofrecía y Marisol nos preparaba… Ummm, cómo lo echo de menos ahora en el cole de mayores donde sólo te dejan repetir “de lo que no está rico…”
Me gustaría poder describir a Gema con más detalle pero no puedo evitar divagar a cada momento recordando cada ratito… Y esbozo una sonrisa.
Nos enseñó los colores, y los números, y desde entonces sé que tener 4 chuches es mejor que tener 2, y a escuchar mientras nos cuentan un cuento, y a reconocer nuestro nombre, y a comer con cubiertos y casi sin mancharnos, y a pintar con las manos (y con los pies…), a subir y bajar escaleras, a bailar, la importancia de la amistad y de la familia… Y nos hizo protagonistas: vinieron mis abuelos y mis papis, y mi hermano recién nacido, Iván, que ahora va a la escuela y va a tener la misma suerte que tuve yo.
También descubrí lo que es el amor, con unas y otras, hasta que tuvo que “poner orden” para que dejase de “rodar” con Carla a beso partido por el suelo… Qué duras son las despedidas, máxime cuando a estas edades los amores no resisten al verano…
Gema me ha hecho fuerte, resistente a la frustración, sé esperar, no me hago pis en la siesta y he llegado al cole de mayores comiendo solo, de todo.
Como bien nos pediste, Gema, guardaremos siempre en nuestro corazoncito un rincón para este periodo tan maravilloso de nuestra vida, pero si por algún casual lo olvidamos (que somos pequeños aún y nos queda mucho por almacenar), siempre podremos “tirar de CD de fin de curso” y acordarnos de ti… O venir a verte.
Por cada sonrisa, por cada abrazo, por todo, GRACIAS por ser así.
